Los Pericos nunca pierden la fe. Eso lo sabemos todos y es lo que nos hace tan especiales, distintos e incluso únicos.
El año 2019 no había acabado de la mejor manera, con una derrota ante el Leganés, un rival directo en la lucha por no descender, y la destitución de Pablo Machín. Lo relevó Abelardo y en su primer partido consiguió un punto en casa frente al eterno rival. Toda la pericada esperaba un cambio de dinámica para levantar los ánimos de un equipo con todavía muchos partidos por delante. Personalmente pensaba que por su carácter y por su historial, el técnico asturiano podía sacarnos de las 3 últimas plazas si la cohesión con el vestuario era máxima. Aunque no se podía negar su pasado culé, el entrenador asturiano era el bombero designado para apagar el fuego del colista.
El club decidió entonces poner en marcha una campaña para dar el máximo apoyo al equipo y sumar 3 puntos en el feudo castellonense. El partido se celebraba a las 16:00 y hacía posible un ida y vuelta en autobús en el mismo día. La afición respondió y ¡de qué manera! 22 autobuses salieron de Barcelona por la mañana. Más de 3.000 aficionados se desplazaron por un solo motivo: ayudar al equipo a conseguir la victoria en su lucha por la permanencia.

Por mi parte, nos desplazamos 4 pericos en coche hacia Villareal. Como muchos, madrugamos para llegar con tiempo suficiente para comer algo antes del encuentro. Teníamos nuestra mini caravana de 2 coches con 7 pericos. A medida que nos íbamos acercando a la Comunidad Valenciana, las paradas en los peajes se parecían cada vez más a previas de partidos. Muchos eran los que también habían decidido acudir en coche y llevaban con ellos media «botiga» del Espanyol, cargados de bufandas, banderas y otros artículos de merchandising. El camino bajo el diluvio se hacía menos pesado con compañeros de viaje blanquiazules. Después de unas 3 horas en la carretera, llegamos y nos acercamos al estadio de La Cerámica para buscar un local. Había hambre y sed.
Poco a poco, los alrededores se estaban convirtiendo en Cornellá un día de partido. La lluvia no cesaba y ganaba en intensidad. Sólo unos locos estarían en la calle esperando a su equipo para transmitirle toda su energía nada más bajar del autobús. Sólo unos pericos podían hacerlo realidad.
Nada más salir los jugadores del autobús, la afición se volvió histérica. Fueron uno de esos momentos que sólo tienen la suerte de vivir los aficionados a este deporte. Más de 3.000 pericos entonando cánticos, bengalas, bufandas al aire y banderas blanquiazules. El único miedo que había era el de estar con fiebre al día siguiente por la tormenta perfecta formada por el viento, el frío y el diluvio. Literalmente estábamos viviendo un baño de Espanyolismo. Hasta los propios miembros del servicio de seguridad del Villareal se quejaban por la imposibilidad de penetrar la masa perica para llegar a la entrada del campo.
Luego nos adentramos todos hacia el interior del coliseo castellonense. Sólo valía la victoria. Lo sabían la afición desplazada y la plantilla. Ahora tocaba hacerlo realidad. El recibimiento de la hinchada y el anuncio del fichaje de Cabrera galvanizaban los ánimos. El Espanyol había decidido pagar la cláusula de rescisión del central uruguayo para reforzar la zaga espanyolista.

Todas las localidades visitantes se habían agotado en pocos instantes pero muchos pericos habían buscado refugio en otras zonas del estadio de La Cerámica. Éste fue mi caso. Lo importante era apoyar al equipo sin importar el lugar del que procedieran los gritos. Con este diluvio pocos groguets se habían desplazado a su templo y nos dejaban vía libre para hacer de este lugar un coliseo perico.
Luego conocemos todos el resto de la historia. Córner en el minuto 5, balón desviado por Naldo y remate de David López de cabeza para abrir el marcador. Volvimos al vestuario manteniendo esa ventaja mínima pero en el segundo minuto de la segunda parte, RDT amplió la ventaja blanquiazul. Después, nos tocó aguantar la presión y mantenernos firmes a pesar de la expulsión de Javi López y el penalti transformado por Santi Cazorla. Ya sabíamos que costaría ganar, hasta el cielo nos lo había puesto difícil, pero no nos íbamos a marchar sin la victoria. Muchos pericos se quedaron afónicos por su apoyo incondicional al equipo, desde las tribunas laterales o el ático de la tribuna visitante (por cierto, tal vez una de las peores gradas visitantes de Primera e indigna de un club cuyo objetivo es competir en la Champion’s League). Los jugadores lo notaron y sabían que su compromiso debía estar a la altura de esta afición desplazada. El equipo supo sufrir y aguantar el tipo hasta el pitido final.

A partir de ese momento, toda la plantilla se dirigió hacia la grada para celebrar el triunfo con todos los pericos. Fue uno de esos momento de comunión que te regala el fútbol. En las caras de los jugadores pudimos ver el alivio que suponía esa victoria y su agradecimiento por los pericos presentes en La Cerámica. El equipo necesitaba los 3 puntos para seguir en la pelea por la permanencia. Lo había conseguido gracias a su lucha y al apoyo incondicional de su afición. Era un chute de energía y de optimismo para afrontar los próximos duelos. Hasta el propio David López se emocionó en la entrevista post partido. «No les hemos dado nada y nos están dando mucho«. Quedaban muchos partidos y el central tenía claro que el Espanyol conseguiría su objetivo con la ayuda de los 3 fichajes.

En cuanto a nosotros, iniciamos la trashumancia de vuelta sobre las 19:00 adelantando a la caravana de autobuses pericos de regreso por la AP7. Por la mañana habíamos salido sobre las 8:00 de Girona y comenzábamos a notar algo de cansancio después de los nervios vividos. Sin embargo, volvíamos con la certeza de haber vivido un gran día de Espanyolismo y con la esperanza de seguir peleando por la permanencia hasta el final.

A pesar del veredicto de la última temporada, del tiempo en Villareal y de los kilómetros recorridos en pocas horas, todavía guardo un gran recuerdo de ese día de baño de Espanyolismo. Hoy mismo volvería a coger la autopista del Mediterráneo para apoyar al equipo en las mismas circunstancias. Ojalá pronto volvamos a vivir otra gran caravana perica y a luchar por un objetivo mayor!