En el fútbol sabemos que lo único que manda es la pelota. Si entra, los jugadores se convierten en dioses y en cambio, cualquier mala racha encadena una serie de críticas. Es normal, en cualquier deporte mandan los resultados. Aunque hoy en día el fútbol se parezca más a un negocio, el elemento pasional sigue intacto y más aún para los pericos. Somos luchadores, sufridores y, demostrado científicamente, lo mejor de Barcelona ¿Quién desplazó a más de 3.000 aficionados a Villareal siendo último en la tabla? Nosotros.
Sin embargo, he de reconocer que últimamente mi fe en este club se ha visto tocada. Es cierto que el objetivo de un recién ascendido suele ser la permanencia pero nuestra estancia en la categoría de plata duró apenas unos meses. Que nadie se equivoque, durante esos meses fuimos un club de Primera en Segunda. Una nefasta planificación deportiva nos hizo caer en el infierno por 5a vez en 120 años de existencia.

Esta temporada volvimos a la categoría que nos corresponde. Con la octava masa salarial del campeonato se suponía que la meta iría acorde. Disfrutamos de un brillante equipo en casa con victorias frente al Real Madrid o la Real Sociedad (en ese momento posible líder). Veía a esta plantilla capaz de pelear la victoria contra cualquier rival, fuerte en casa pero con una asignatura pendiente, los duelos lejos de Cornellà. A diferencia de otros, podíamos decir que este equipo da para más y que tal vez faltaba adaptar el objetivo de la permanencia a la realidad del terreno.

Felicito a los representantes por negociar sueldos millonarios para sus protegidos. Es su labor y lo consiguen de mutuo acuerdo con el Club. Esos contratos sólo se convierten en mala gestión deportiva si el rendimiento no se corresponde con los salarios negociados. Prueba de ello nuestro eliminación en Copa del Rey contra un RCD Mallorca con 5 bajas y más preocupado por su posición en la Liga. El equipo tenía todo en sus manos para seguir ilusionándonos con esta competición pero ya conocéis el desenlace. Fui de los 400 pericos que presenciaron el ridículo sufrido en el Visit Mallorca. Volvimos con la sensación de que una vez más habíamos desaprovechado una buena oportunidad para poner fin a 16 años sin levantar un trofeo.

Tanto por talento, por masa salarial como por historia este club debe autoexigirse más. Personalmente no entiendo ese conformismo de media tabla sin mayores aspiraciones que la permanencia ¡Luchemos por un objetivo y aprovechemos el potencial que tiene este grupo! ¿Por qué no hacer todo lo posible para mirar hacia arriba? ¿Por qué no exigir lo máximo y tener la sensación de haberlo dado todo aunque no se haya conseguido? A veces tengo la sensación que este club se conforma con bien poco y que simplemente tiene miedo a crecer.
Excelente artículo. Estoy completamente de acuerdo, lo has explicado muy bien.
Un abrazo desde Zaragoza!
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